Científicos encontraron que la reciente mortandad de peces y anguilas morenas en la zona metropolitana, que también se extendió a diferentes especies de corales y erizos, se debió a una combinación de factores, entre estos, la presencia de una microalga, altas temperaturas y la falta de oxígeno en los cuerpos de agua.
Ante la alarmante situación, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) estableció un “task force” (grupo de trabajo) con expertos de la Universidad de Puerto Rico (UPR), la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) y el Programa del Estuario de la Bahía de San Juan. Entre todos, analizaron en detalle los elementos y factores que causaron la mortandad.
Augusto Márquez, biólogo marino del DRNA, relató que, en primer lugar, se hicieron varias pruebas para determinar si había componentes químicos o petróleo en el agua –que tenía una tonalidad verdosa–, pero salieron negativas y descartaron dicha teoría.
“Cuando descartamos esta teoría, el Estuario nos indicó que habían encontrado la presencia de cianobacterias (microalgas o algas microscópicas) que son bien tóxicas”, dijo Márquez.
En esa línea, la directora ejecutiva del Estuario, Brenda Torres, contó que fueron alertados sobre la mortandad de peces y otros organismos en las costas de la zona metro por el grupo tortuguero 7 Quillas, “que son nuestros ojos en las playas”.
“Una vez Recursos Naturales confirmó la ausencia de químicos, entonces hablé con el doctor Gustavo Martínez, y con nuestros resultados provenientes del monitoreo riguroso que realizamos en nuestras aguas, llegamos a la conclusión que el causante de todo esto fueron las cianobacterias”, explicó Torres.
Por su parte, Martínez añadió que, desde mayo pasado, basado en un análisis de varias lagunas y cuencas hidrográficas que conectan con el estuario, incluyendo la Laguna San José, habían observado un problema de eutrofización en la zona de la bahía de San Juan.
“La eutrofización, que no es más que una alta concentración o enriquecimiento de aguas por nutrientes, minerales y otras condiciones climáticas, impide que la luz solar llegue a zonas inferiores o al fondo de estos ecosistemas y causa una disminución de oxígeno por las cianobacterias y, a su vez, crea un ambiente anóxico”, definió Martínez, catedrático del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR.
Explicó que las cianobacterias consumen el oxígeno presente, causando aguas anóxicas, y liberan toxinas que llegan a otros cuerpos de agua donde afectan a los peces y demás organismos.
“Tenemos el estrés del oxígeno por un lado y otro estrés añadido, porque no hay alimentación para los peces estuarinos, ya que el gran número de cianobacterias presente no son su fuente de alimento y pueden ser tóxicas para estos organismos marinos”, abundó Martínez.
Entre las especies que Hernández observó con una mortandad al 100 % no solo en El Escambrón, sino también en los arrecifes de Blue Hole, se encontraban el coral cuerno de alce (Acropora palmata), coral cuerno de ciervo (Acropora cervicornis) y el coral cuerno de ciervo fusionado (Acropora prolifera). Las primeras dos familias de corales están clasificadas como amenazadas bajo la Ley Federal de Especies en Peligro de Extinción.
Estos corales son vulnerables a la variación en la calidad del agua, ya sea por la presencia alta de nutrientes o descargas dramáticas de sedimento en escorrentías de lluvias fuertes, como las que causó recientemente Isaías.
Además, Hernández encontró que el 95% de los erizos cuantificados se encontraban muertos y el otro 5% estaba en un estado que los cataloga como “moribundos”.
“Los erizos tienen una peculiaridad en su comportamiento que te das cuenta de que el animal está activo o no, ya que cuando te le acercas, ponen sus espinas en tu dirección como para protegerse. También, encontramos otros que estaban tratando de treparse en las estructuras más altas del arrecife, como si estuviesen buscando más oxigenación”, indicó.
Aunque para el huracán María, en 2017, se observó una alta mortandad de los corales en la región noroeste de la isla, Hernández resaltó que los hallazgos recientes en la zona metropolitana fueron “algo nunca visto”.
“No es la primera vez que un evento de inundación causa una mortandad masiva de corales, pero ahora esto viene acompañado con algo más complicado. Aquí ha habido muertes de peces, estrellas de mar, erizos, cangrejos, caracoles, entre otros organismos”, destacó.
Agregó que, en otros lugares, donde aún no han tenido la oportunidad de observar y analizar los corales, se ha informado sobre los mismos problemas. “Esto es un fenómeno de una escala de kilómetros cuadrados de arrecifes de coral que se han afectado”, dijo Hernández.
A esto se le añade otro factor: la temperatura. “Cuando tienes una temperatura bien alta, la solubilidad o la capacidad de disolver el oxígeno disuelto en el agua aumenta. Entonces, al tener el exceso de nutrientes, te aumenta la demanda biológica de oxígeno por los microorganismos, el cual es normal en estos sistemas, pero en este caso, como hubo un ‘boom’ de nutrientes, también ocurrió un aceleramiento en este proceso”, expuso.
Ahora, los expertos esperan reunirse con las agencias gubernamentales para discutir los próximos pasos, en los que documentarán correctamente de forma cuantitativa el impacto en estos arrecifes y planificar los esfuerzos de restauración.
“Por la magnitud del problema que he visto hasta el momento, estamos hablando de un proyecto de restauración ecológica que puede tomar hasta 10 años. Esto ha causado una destrucción mayor de lo que causó María”, afirmó Hernández.
“Lo más importante es que veamos el valor que tiene la inversión en estudios científicos y monitoreo de la calidad de agua de Puerto Rico. Nosotros, en el Estuario, le damos mucha importancia al monitoreo y análisis de nuestras aguas gracias al liderazgo del doctor Gustavo Martínez”, dijo Torres.
Añadió que la inversión es importante, pero hay que seguir velando por las descargas sanitarias, por ejemplo, no arrojar aceite de cocinar a los fregaderos o “wipes” en los inodoros, “ya que el ciudadano tiene unas responsabilidades que reducen la demanda y el estrés que le ponen a la infraestructura del agua de el país”.
Por su parte, Márquez, el representante del DRNA, indicó que la gente tiene que tomar conciencia, ya que toda la basura que tiran a la calle, a través del sistema de alcantarillado, llega al mar.
El autor tiene un doctorado en Biología Celular y Molecular y es becario de la American Association for the Advancement of Science en El Nuevo Día.
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