Aunque funcionaba más como un vehículo educativo para la sustentabilidad ambiental y la preservación histórica, nuestra relación con las comunidades evolucionó rápidamente en respuesta a los huracanes Irma y María. Nuestro equipo de trabajo se movilizó en muestra de solidaridad con nuestros conciudadanos y laboró incansablemente removiendo escombros en nuestras comunidades vecinas, distribuyendo agua, alimentos y artículos de primera necesidad en nuestros centros de visitantes, y proveyendo apoyo educativo a niños que estaban tratando de entender la gran crisis por la que estábamos pasando. Era tiempo de cuidarnos mutuamente.
Gracias al apoyo financiero de nuestros donantes generosos, Para la Naturaleza comenzó a convertir centros comunitarios en centros de resiliencia. Actualmente tenemos 33 centros en 23 pueblos equipados con energía solar y sistemas de recolección de agua. También llevan a cabo iniciativas educativas para empoderar a residentes de estas comunidades en caso de posibles emergencias futuras.
También lanzamos el programa AComPAÑA, que apoya el fortalecimiento de líderes dentro de las comunidades para aumentar la participación de los residentes en el proceso de solucionar problemas ante los retos de hoy y de mañana. La conservación de nuestras comunidades se comienza escuchando a las muchas voces distintas dentro de ella, y luego respondiéndoles.
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