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Crece un nuevo vivero- laboratorio de plantas acuáticas en la Reserva Natural Cabezas de San Juan, en Fajardo

Todo comenzó con un pequeño experimento, cuando Erik Ruiz, William “Willie” Burgos y Ahmed Pérez, todos del equipo de Reforestación Para la Naturaleza, buscaban identificar cuáles eran las mejores condiciones para cultivar árboles de mangle. Cajones plásticos, tierra, agua dulce, agua salada y una regla fueron suficientes para determinar el crecimiento del protagonista de esta investigación: el mangle rojo. Se encontró que, inicialmente, la plántula del mangle rojo se desarrolla mejor en el agua dulce, pero que posteriormente necesitaría salinidad en el agua para poder continuar su desarrollo de forma saludable. 

Este experimento no solo permitió levantar información básica sobre el cultivo de una de las especies de mangle, sino que también dio lugar a la formación de un proyecto mucho más completo, autosustentable y que permitirá una producción de 4,320 árboles por año. 

Luego del resultado de este laboratorio improvisado en la Reserva Natural Cabezas de San Juan en Fajardo, Willie, junto a Ahmed, Superintendente de Reforestación Para la Naturaleza, y Erik, comenzaron a diseñar un vivero de plantas acuáticas autosuficiente con el propósito de poder crecer mangle, rojo, negro y blanco de manera expedita para reforestar segmentos designados del Área Natural Protegida Medio Mundo y Daguao en Ceiba, y con la misión de expandir la producción a otras áreas naturales de la organización y venta de mangles al público general.

El nuevo vivero de plantas acuáticas, con énfasis en árboles de mangle, está compuesto de 6 tanques que pueden funcionar de manera individual o en conjunto, interconectados por medio de un sistema de circulación de agua por bombeo. A su vez, cuenta con un sistema de oxigenación que, al igual que la bomba de agua, funciona con energía solar. El techo de la estructura es de policarbonato, un material transparente que permite el paso de la luz solar, a la vez que protege la salinidad del agua de los tanques al evitar que la lluvia llegue a ellos. A esto se añadió un sarán removible, que permite filtrar la luz natural y canales para recolectar agua de lluvia y almacenarla en cisternas. 

Como resultado del experimento, se observó que en dos semanas los propágulos florecieron, y en dos a tres meses ya se pueden sembrar los arbolitos. Este espacio contribuirá a que la producción sea más rápida y producirá árboles de mangle durante todo el año. Todo con el fin de continuar aportando a la reforestación y la restauración de hábitats del archipiélago puertorriqueño. 

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