Fotografía del árbol palo de nigua (Cornutia obovata), una especie endémica de Puerto Rico, catalogada en peligro de extinción bajo leyes estatales y federales. Parte de la colección del arboreto en Hacienda La Esperanza, Manatí.
Cobijados bajo la sombra de las ramas de un árbol de violeta, entre momentos de risas compartidas y otros, de lágrimas de celebración, familiares, discípulos, colegas y amigos de Miguel A. “Papo” Vives Heyliger, celebraron el pasado viernes, 26 de abril, la inauguración del arboreto que lleva su nombre en la Reserva Natural Hacienda La Esperanza (HLE), en Manatí.
Durante el evento -coordinado por la Región Norte de Para la Naturaleza y el Instituto de Botánica (IB)- se celebró y honró el legado de un pionero en la conservación de la flora del archipiélago de Puerto Rico y del Caribe, conocido por muchos como el “Sacerdote del bosque” debido a su profundo conocimiento y compromiso con la protección de la naturaleza.
Vives, además, es un educador y autodidacta excepcional, cuyo incansable trabajo ha contribuido a numerosos hallazgos de la flora de Puerto Rico y al avance del conocimiento y de la conciencia sobre la importancia de preservar nuestra biodiversidad. Su legado lo hizo merecedor del grado de Doctor Honoris Causa, otorgado en 2012 por la Universidad de Puerto Rico, Recinto Universitario de Mayagüez (RUM).
Dedicamos el arboreto en HLE al botánico Miguel A. “Papo” Vives Heyliger.
Emotiva ceremonia
Al momento de su arribo a la reserva natural y acompañado por su esposa, Gloria Rodríguez, su hija, Glorisel Vives y otros familiares, el quebradillano no salía de su asombro ante la sorpresa recibida.
“Es tan grande lo que siento que no puedo ni tan siquiera expresarlo. ¡Es demasiado! No tengo palabras. Yo no esperaba esto”, exclamó, a lo que agregó “tengo la suerte de haber encontrado en mi vida tantas personas con las que he trabajado y que me han ayudado. Me siento muy satisfecho de que Dios me haya permitido haberlos conocido y compartir con ellos”.
Durante su mensaje de aceptación de la dedicatoria del arboreto, el botánico agradeció y reconoció con anécdotas matizadas por su característico sentido del humor, a sus colegas, amigos y pupilos entre el público. Vives, por otro lado, elogió la labor de la organización y su presidente, Lcdo. Fernando Lloveras San Miguel.
“Estoy muy agradecido por esto. También estoy muy agradecido con este joven (señalando al Lcdo. Lloveras), que está haciendo una de las cosas que precisamente más me encantan a mí (la conservación de las islas de Puerto Rico). Hay que mantener esta reserva para que ella se desarrolle como sabe hacerlo. El ecosistema sabe cómo trabajar. Usted debe seguir rescatando sitios (naturales) porque mientras más sitios usted rescate, más suerte tenemos nosotros de conservar”, estableció el también maestro de química retirado.
“Mi familia debe estar contenta porque este arboretum será un lugar en el que me recuerden cuando yo no esté”, expresó, mirando a su esposa e hija.
Como parte de los actos inaugurales del arboreto, el Lcdo. Lloveras se dirigió a la audiencia, la cual denominó “un conjunto grande de personas híbridas: mitad humanas y mitad vegetación”, provocando la risa y el agrado de los presentes.
“Es impresionante lo que veo y los conocimientos que tenemos aquí. Todo esto fue impulsado grandemente por la enseñanza y el ejemplo de Papo Vives, así que, gracias Papo”, sostuvo el presidente de la organización, quien agradeció también al equipo de HLE: la superintendente de la Región Norte, Karen Bunce Rodríguez y al coordinador de manejo, Alcides Morales Pérez -quien es el gestor principal del arboreto-, y a todo su equipo.
Con esto, el presidente dio paso al contexto histórico y a las bases que dieron paso al desarrollo de este espacio natural. “En los noventa se sembraron estas primeras violetas, una especie endémica nuestra. Para hacerles el recuento histórico, en el ‘89 comenzamos nuestro programa de reforestación de viveros. Entra ‘Rafy’ (Rafael Rivera Martínez, director de Áreas Naturales Protegidas) a la organización. Él estuvo dirigiendo por muchas décadas toda nuestra producción de árboles, y eso ha generado un gran conocimiento de todo nuestro equipo y un gran impulso hacia la reforestación de Puerto Rico y a la reintroducción de la biodiversidad. Es una gran contribución”, reconoció el líder de la organización.
“Más recientemente, también comenzamos con la iniciativa del Instituto de Botánica con miras a tener una unidad dedicada a la investigación y a la educación sobre la botánica en Puerto Rico. Tenemos a Dorilyn (Morales Colón, coordinadora de proyectos del IB), que está coordinando ese esfuerzo”, relató.
Por su parte, Morales Pérez estableció la importancia de un reconocimiento en vida para Vives, “que tiene 82 años; está lúcido y sigue aportando. Es un legado siempre dinámico porque puede que hoy veas la flor, vienes varios meses después, y ves el fruto… vienes en otra época del año y miras la mudanza de las hojas. Es un legado transformador en todos los sentidos de la palabra”.
A tono con lo anterior, Rivera Martínez afirmó que “lo primordial es que (el reconocimiento) es en vida. Papo tiene un reconocimiento en vida y va a poder apreciarlo. Él ha sido nuestro mentor en el proceso de conocer las plantas, árboles y flores de Puerto Rico. Tú hablas con Papo y él tiene una gama tan grande de conocimiento que puede hablar de cualquier tema y lo domina”.
El arboreto en Hacienda La Esperanza, Manatí, es un espacio de aprendizaje sobre la flora nativa y endémica de Puerto Rico y el Caribe.
El sueño de un arboreto
El coordinador explicó que un arboreto, por definición, es una colección planificada y organizada que incluye principalmente plantas leñosas, como lo son árboles y arbustos. No obstante, tiene gran diversidad de plantas dentro de sus colecciones, como las herbáceas, palmas, rastreras, bejucos y trepadoras, entre otras. “Muchas personas pueden entender lo que es un jardín botánico porque son espacios mucho más amplios y mucho más inclusivos por sus diferentes tipos de plantas. Un arboreto se enfoca más en los árboles, pero también incluye todas esas otras plantas y puede enriquecerse. Eventualmente los arboretos se pueden transformar en jardines botánicos”, explicó.
El arboreto Miguel A. “Papo” Vives Heyliger servirá como un lugar de aprendizaje en todos los niveles de educación y será un espacio de reflexión y admiración que conectará al público con la botánica a través de experiencias transformadoras, además, servirá de centro de investigaciones científicas y para desarrollo de nuevas estrategias para promover la conservación de los árboles y la flora nativa y endémica de Puerto Rico y el Caribe. En fin, será una herramienta para alcanzar un acercamiento interdisciplinario donde se estudie la propagación de semillas, la interacción entre plantas y animales, los suelos, la fenología, las historias de vida, el paisajismo, la biología de la conservación y los protocolos de siembra para diferentes especies.
La colección contiene más de 1,000 árboles, arbustos y plantas científicamente documentadas, que representan más de 46 familias y 160 especies procedentes del Banco de Puerto Rico, Islas Vírgenes estadounidenses y otras partes del Caribe insular. Más del 25% de las especies arbóreas endémicas de Puerto Rico se cultivan en la colección, de las cuales varias se encuentran en peligro de extinción. Es la primera colección de plantas vivas especializada en la flora endémica y nativa del país; consta de 36 especies endémicas, 114 nativas y otras 11 naturales de otras islas del Caribe; además de dos exóticas. De estas, 22 especies son de interés de conservación, y en las que el arboreto juega un rol importante de protección, alineado con las estrategias a nivel global para evitar extinciones manteniendo colecciones ex-situ (conservación de componentes de la diversidad biológica fuera de sus hábitats naturales).
La superintendente Bunce Rodríguez compartió su emoción durante la inauguración. “Nos emociona muchísimo. He presenciado desde el inicio lo que fue el sueño de crear este espacio, hasta que finalmente, luego de arduo trabajo, ya finalmente podemos ver el resultado. Y digo un sueño por cómo Rafy y Alcides ya vislumbraban este espacio. Ver este proyecto desarrollado y que finalmente se pueda dedicar en vida (a Papo Vives), ha sido un sueño hecho realidad.”, compartió con orgullo.
“Siempre ha sido un espacio bien importante e icónico de la reserva natural. Desde que yo entré aquí a trabajar como intérprete hace 15 años, este es el punto inicial de los recorridos. Es un punto importante donde se han observado especies de aves migratorias, endémicas y nativas”, afirmó.
“Me siento bien orgullosa de mi equipo de trabajo, especialmente, de Alcides, que ha sido esa punta de lanza del proyecto, el que nunca se ha quitado, el que ha trabajado incansablemente con todo su equipo para que veamos este espacio como está ahora mismo”, agregó. “Va a ser un legado, no tan solo para la organización, sino para Puerto Rico”, aseguró.
Mientras, la coordinadora de proyectos del IB, Morales Colón, compartió que para ella fue “un honor contribuir en este proyecto. Esta actividad se ha trabajado con mucho amor, tanto por el mérito que se merece un espacio que ha sido trabajado por años -y que seguirá creciendo-, como por el hecho de la persona a la que se le está dedicando”.
El coordinador de manejo expuso que “esto es parte de la visión que tenemos de conservar espacios naturales… la flora y la fauna, e involucrar al público en ese proceso de aprendizaje. Además, este es un lugar anclado en una reserva natural que va a servir de corredor para todas esas aves y murciélagos y otros organismos que van moviendo las semillas de lo que aquí se siembra en el ecosistema”. Morales Pérez, luego procedió a agradecer a sus pares y compañeros de Para la Naturaleza, especialmente a Rafael Rivera.
“La visión de este espacio es que sea un repositorio que continúe generando la curiosidad por conocer las plantas de Puerto Rico, conocer los secretos que tienen por revelarnos. En la organización estamos haciendo un esfuerzo grande de visibilizar las plantas nativas y endémicas, y en un lugar como este, tienes esa otra capa de información”, acotó el coordinador.
En las imágenes, parte del equipo de la Región Norte, del Programa de Reforestación y el Instituto de Botánica de Para la Naturaleza, junto a invitados al evento en HLE.
Un canvas en blanco
Morales Pérez rememoró que cuando llegó a la organización en 2015 el espacio contaba con pocos especímenes, “aunque unos muy icónicos, como el árbol de violeta, ceiba y caoba, pero la diversidad era pequeña. Yo soy coleccionista de plantas. Gracias a mi madre, amo las plantas; la ayudé en sus jardines en la casa, y en todas sus siembras. Así que ya yo tenía, desde antes de mi formación profesional, esta pasión de coleccionar y cultivar plantas”. Compartió, además, que tanto su abuelo como su papá fueron trabajadores de la tierra y tenían conocimiento sobre los árboles nativos.
Por ello, inmediatamente estuvo frente el espacio de 50 metros cuadrados designado para sembrar, cual pintor, vio un “canvas en blanco” para trabajar el arboreto. “Ahí comencé a sembrar plantas en unos lugares particulares, previendo que eventualmente pudiese trabajar una colección… ya tenía esa idea. No es hasta que llega el huracán María (en 2017) que elimina árboles que tenían gran valor y aproveché ese momento para trabajar el espacio ya con un fin de que mira, ‘vamos a llenar el canvas con todos estos árboles y plantas para trabajar el arboreto’”, recordó, añadiendo que aportó para la creación del espacio plantas de la colección que ha ido desarrollando desde niño por medio de viajes y exploraciones de campo.
“También contacté a los coordinadores de los múltiples viveros de la organización. Por ejemplo, a Eric Ruiz, que muy diligentemente mantuvo un registro de dónde sacaba sus plantas y semillas, porque el arboreto no solamente es un repositorio de árboles y plantas, sino que tiene el valor de que sabes de dónde vienen. Ahí es donde está el verdadero valor de un arboreto: que tus colecciones estén catalogadas y que tengan información de su lugar de proveniencia”, explicó.
Ese aspecto, comentó el también ornitólogo, ayuda a mantener un registro de la diversidad genética de las especies y el contexto en donde crecía esa planta en su hábitat de forma silvestre. “Esto nos ayuda a planificar cuando queramos devolver esas plántulas o semillas a su hábitat natural, o hacer restauraciones y siembras”, aseveró.
En la imagen, desde la izquierda, el Dr. Eugenio Santiago y Miguel “Papo” Vives durante el evento de dedicatoria al segundo. Ambos tienen una larga relación de aprendiz y mentor, que trascendió hasta convertirse en una profunda amistad.
El maestro de todos los botánicos
Rafael Rivera recordó que cuando comenzó a laborar en la organización fue invitado por el doctor Tito Cordero (experto en plantas y helechos) a visitar su vivero, en Quebradillas. “La primera persona que conocí allí fue a Papo. Él era quien le conseguía la gran mayoría de las especies (nativas y endémicas) que tenía el doctor Cordero. Era algo parecido a lo que nosotros estábamos haciendo (en Para la Naturaleza): cultivando plantas endémicas de Puerto Rico”, narró el director.
Por su parte, Bunce Rodríguez reconoció uno de los aprendizajes más importantes que ha adquirido de Vives. “Algo que todos debemos aprender de Papo, es que no hay edad para hacer lo que a uno le gusta. Papo nos ha enseñado que él, si quiere hacer algo, lo hace, no importa la edad; incluso, ha hecho ‘blogspots’. Es una persona de admirar, no tan solo por el conocimiento que tiene, por lo mucho que ha influenciado la botánica en Puerto Rico, también por ese ánimo que tiene y el querer conocer cosas nuevas y siempre mantenerse al día”, reflexionó.
Morales Pérez, compueblano de Vives, lo conoció siendo adolescente, cuando uno de sus pasatiempos era estudiar mariposas. “Ya van casi 26 años de conocer a Papo. Yo estaba en escuela superior y en ese momento tuve la dicha de tener como uno de mis maestros a Ernesto Estremera; yo estaba estudiando mariposas con él. Me adentré en ese mundo y vi la relación estrecha que tenían las mariposas con las plantas y me encontré con la necesidad de conocer más de las plantas y Ernesto me dijo: ‘yo te voy a presentar a la persona que más conoce de plantas en Puerto Rico: Papo Vives y está aquí (en Quebradillas)’”, rememoró, agregando que la conexión con Vives fue inmediata.
Siendo ambos de la “Ciudad pirata”, Morales tuvo la gran oportunidad de ser aprendiz de Vives y realizar exploraciones de campo junto con él. “Yo aprendí con él muchos de los árboles nativos y empecé a conocer más en detalle el nivel técnico, desde nombres científicos y familias botánicas, y toda la diversidad de plantas que tiene Puerto Rico y el Caribe”, sostuvo el quebradillano.
Morales Pérez, con el paso del tiempo y convertido en un profesional con diferentes pasiones: agronomía, horticultura, ornitología, ecología y botánica, se ha mantenido participando en exploraciones asociadas a estudios científicos, principalmente, en el área del carso y la cordillera central; esto, sin perder el contacto con Vives. “Plantas que veía en el camino y no conocía, las recolectaba y se las llevaba a él. Ahí comienza todo ese intercambio”, sostuvo el coordinador.
Para el 2018, Morales encontró una planta en el área de los mogotes de Cerro Alto, en Isabela y, como de costumbre, la compartió con Vives, quien la identificó como Auerodendron pauciflorum, en peligro inminente de extinción.
“Eso se me quedó grabado. Luego de un año, la encuentro por primera vez en fruto, y por primera vez en la historia, se logra propagar. ¡Una planta en peligro crítico de extinción, endémica de Puerto Rico, que no sobrepasa los 25 individuos en estado silvestre! Eso es un momento cúspide en mi relación con Papo. Estar envuelto en marcar el punto y la historia que decide que una planta se puede extinguir o no, para mí fue impactante”, relató.
Morales Pérez describió a Vives como un gran educador, que promueve que sus pupilos analicen, estudien y escudriñen para llegar a sus propias conclusiones. Vives, aseguró el coordinador, ha acompañado a muchos botánicos ilustres y otras personas que hoy son profesores y líderes en la conservación de las plantas en Puerto Rico. “Somos parte de un cúmulo de personas que hemos pasado por el conocimiento de Papo, que nos ha transformado en lo que somos hoy día. Papo es como un papá para mí. Es ese padre que cree en un hijo y te da todo. Mientras más vas a donde él, más te das cuenta de lo especial que puede ser una persona y su capacidad en transformar todo un pueblo y las nuevas generaciones”.
De izquierda a derecha, el equipo de Para la Naturaleza e invitados al evento junto con Miguel “Papo” Vives; en el micrófono, Rafael Rivera, director de Áreas Naturales Protegidas y el Lcdo. Fernando Lloveras, presidente de la organización.
Papo vives: un tesoro nacional
Una experiencia similar fue la vivida por el doctor Eugenio Santiago Valentín, profesor y catedrático en el Departamento de Biología del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y curador del herbario del Jardín Botánico de la misma institución.
Su trayectoria profesional también fue determinada por Vives. Recordó que, siendo un jovencito, estaba interesado en estudiar el Goetzea elegans, árbol endémico, conocido como ‘matabuey’ y ubicado entre Quebradillas e Isabela y del cual se conocían solo tres individuos. Con el fin de estudiarlo, participó de un viaje de campo junto con el doctor José Vivaldi, del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA).
“El árbol crecía en una quebrada en la parte posterior de donde vive Papo Vives, que fue mi primer maestro de botánica. Mi primer viaje de campo botánico fue con tres botánicos grandes de Puerto Rico: el doctor José Vivaldi, Roy Woodbury y Papo Vives”, narró.
“Uno de los maestros que me inició en todo esto fue Papo Vives; siempre lo agradezco. Incluso, cuando estuve haciendo mi doctorado en los Estados Unidos (en la Universidad de Washington), defiendo mi disertación, obtengo mi doctorado y soy formalmente PhD, a la primera persona que llamé, fue a él. Yo sentía que a quien le tenía que dar las gracias, era a él. Esa llamada fue decirle: ‘llegué aquí. ¡Lo logré! ¡Alcancé mi meta profesional!’. Y en buena medida, un elemento importante de inspiración fue él. Así que fue una llamada de anunciarle, de agradecerle, y le dije: ‘acabo de salir del examen, quiero que tú seas el primero en saberlo’”, recordó entre lágrimas el catedrático.
“No hay un solo botánico o especialista de plantas en Puerto Rico, que no haya sido de alguna manera inspirado por la labor de Papo Vives. En diferentes agencias y en diferentes puestos… botánicos profesionales, todos, hemos sido influenciados por Papo Vives. ¡A ese nivel! Por eso lo consideramos el maestro de todos nosotros”, analizó el doctor Santiago. “Es un tesoro nacional vivo, un monumento nacional vivo, un patrimonio intelectual de la botánica y de la historia natural de Puerto Rico”, afirmó, al tiempo que también resaltó la ética y amor por el trabajo de Vives.
“Cuando uno trabaja con él, no está solamente la parte científica, pues además, es un ser humano increíble; es bien inspirador. Es una persona bien noble y desprendida, repartiendo y compartiendo su conocimiento”, manifestó.
En un aparte con Para la Naturaleza, y ya procesada la gran emoción por causa del sorpresivo homenaje, Vives abundó sobre su gran amor: las plantas. “Las plantas en el bosque siempre me hablaron y me dijeron cosas sorprendentes y maravillosas. Yo tuve maestros que me enseñaron a abrazarlas y a sentirlas”, reflexionó Vives sobre sus mentores y colegas, entre los que destacan Roy Woodbury, Juan Rivero y José Mari Mutt.
“Espero que cuando yo muera, como soy cristiano y creo en la vida más allá del mundo, que Dios me tenga un arboreto para divertirme en el cielo”, concluyó con una sonrisa.
Visítanos
Para visitar el arboreto, estamos abiertos de miércoles a domingo en el horario de 9 a. m. a 4 p. m. Puedes comunicarte al 787-722-5834 para más información.
Dirección: Reserva Natural Hacienda La Esperanza, 616 Cll La Esperanza, Manatí, 00674.