La excelencia del café puertorriqueño está estrechamente relacionada a su forma de siembra. Cuando los holandeses introdujeron el café en América en el siglo XVIII, era un cultivo de sotobosque. Se cultivaba bajo el dosel del bosque.
Algunos caficultores como Luis Curbelo, el dueño de la finca La Perla, en Mayagüez, han vuelto a esa práctica con la creencia de que sembrar café en sombra, no solo ayuda a producir un café de mayor calidad, si no que promueve la biodiversidad de los ecosistemas.
La aglomeración de árboles jóvenes y adultos, matas de plátano, árboles de mandarina, limón y china, para proveerle sombra a la planta de café, sustenta una gran diversidad de especies de flora y fauna nativa, incluyendo abejas y aves endémicas y en peligro de extinción en la isla.
Según Curbelo, “para lograr esa excelencia en el café [a la que hemos acostumbrado nuestro paladar], hemos contado con las abejas y con las aves que tenemos aquí. Y ese es uno de los éxitos que tiene la finca, las aves y las abejas”, asegura Luis.
Las abejas son polinizadoras por excelencia. Eso asegura que se produzcan los frutos que serán recogidos.
Por su parte, las aves además de ser indispensables para la polinización de la flor del café, también ayudan a esparcir semillas para reforestar y son indicadores de salud de los ecosistemas.
Según Amarilys Irizarry, bióloga y coordinadora del programa Cafiesencia, las aves proveen servicios ecosistémicos, es decir que, a través de sus procesos naturales, benefician a los seres humanos. Por ejemplo, las aves son depredadoras de insectos y plagas en los cafetales. Eso evita que los agricultores compren químicos para controlarlas, mejorando la salud del suelo, de los humanos y reduciendo los gastos de producción.
La siembra del café bajo sombra ayuda a conservar nuestros suelos, evita la erosión y la pérdida de la humedad. Además, crean zonas de transición entre áreas urbanas y áreas rurales que están protegidas como las reservas naturales, los bosques y las cuencas hidrográficas. Con esta práctica agrícola responsable, se están protegiendo los ecosistemas, la biodiversidad y los recursos más valiosos: el suelo y el agua.
“La siembra del café bajo sombra ayuda a conservar nuestros suelos, evita la erosión y la pérdida de la humedad.”
La relación de los humanos con la naturaleza se transformó significativamente con la llegada de la Revolución Industrial y la Ilustración en el siglo XVIII. La idea del ser humano como parte de la naturaleza se disipó. Desde entonces, muchas personas han visto el mundo natural como un medio para conseguir recursos indispensables para la supervivencia de las personas.
Pero, según Anayra Santory, profesora de filosofía en la Universidad de Puerto Rico y directora de la División Editorial y de Comunicaciones Para la Naturaleza, debido a la crisis climática que enfrentamos, “la naturaleza empieza a jugar un rol protagónico en nuestras vidas ya no solamente