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Árboles Urbanos: poder del conocimiento y la acción

Los árboles ofrecen beneficios significativos a condiciones urbanas que pueden ser hostiles. Algunos de ellos son mejorar la calidad del aire, establecer barreras amortiguadoras de sonido y mejorar la estructura del suelo. También mejoran la calidad del agua y son gestores de zonas de confort para promover las ciudades peatonales. Son hábiles reguladores de partículas en el aire porque con su follaje atrapan polen, hongos, esporas y hasta polvo del Sahara. Disminuyen las temperaturas de las “islas de calor”, es decir, de grandes espacios cubiertos de materiales impermeables y absorbentes de calor como el concreto y la brea. Todos hemos vivido la experiencia de pasar por un estacionamiento sin árboles a las 12 del día y que caiga una llovizna. Ese vapor que sentimos es uno de los efectos de las islas de calor. Por tanto, los árboles ofrecen un servicio ecosistémico único de protección física contra disturbios atmosféricos.

Los árboles son organismos autótrofos, que generan su propio alimento utilizando dióxido de carbono (producto principal de la quema de combustibles fósiles), luz solar y agua a través del proceso de fotosíntesis. Un proceso fisiológico básico de los árboles consiste en convertir nuestro desecho de actividades industriales –gas causante del efecto de invernadero– en su alimento. Por lo tanto, toman lo que nosotros desechamos y es dañino para nuestro organismo y el planeta y lo convierten en un recurso vital, en una relación simbiótica mutualista perfecta. Este servicio es vital para poder habitar las zonas urbanas, pues mucho de los efectos que mitigan los árboles son productos primarios inevitables de las actividades antropogénicas de la ciudad.

Aunque es posible reconocer la necesidad imperante de tener más árboles en nuestras ciudades, el proceso de selección no es el más riguroso. El producto de esta falta de rigurosidad lo vivimos como resultado luego de experimentar los fuertes vientos y lluvias de que trajo el huracán María. Los árboles en condiciones urbanas resisten un promedio de 120 mph (Wolf, K.L. 2016), ¿Por qué en lugares en donde hubo menos velocidad de viento los árboles se arrancaron de raíz? Esta pregunta tiene múltiples respuestas, pero todas nos remiten al proceso de selección de la especie para el lugar.

El huracán María nos demostró que nuestros árboles fueron los que recibieron el primer impacto. Sus hojas y ramas se encargaron de mitigar la fuerza de los vientos y de detener proyectiles. Árboles como los mangles rojos en zonas urbanas cerca de sistemas costeros mitigaron el fuerte impacto de marejadas ciclónicas y fuertes vientos. Este servicio de protección es esencial, debido a que nuestra infraestructura básica para la operación del país ubica en las costas, como los sistemas de generación de energía, los aeropuertos y los puertos marítimos. Este fenómeno atmosférico no solo dejó una estela de consecuencias de las problemáticas de la siembra de árboles en lugares no favorables para su crecimiento, sino que los convirtió en un problema de seguridad, poniendo en riesgo la salud y bienestar de quienes coexistimos cerca.

Con todo esto, la pregunta que procede es: ¿Qué podemos hacer de ahora en adelante? Existen múltiples profesionales capacitados para tomar decisiones sobre qué árboles se pueden sembrar, dónde sembrarlos y cuáles serían los retos de su establecimiento y los beneficios. Los agrónomos, los biólogos, los botánicos, los profesionales de siembra y los arquitectos paisajistas han estudiado y entendido las necesidades fisiológicas, morfológicas y espaciales, además de la ecología necesaria para que los árboles puedan establecerse y crecer con éxito, cumpliendo con la gama utilitaria que ofrecen en condiciones urbanas. Esta solución solo toma en consideración los árboles que aún están por sembrarse, pero ¿qué hacer con los que ya están sembrados? Es necesario, promover el conocimiento y la acción para quienes conviven cercanamente con estos organismos.

En el año 2013 el arbolista Pedro Juan Rivera (PJR) llegó a Miramar, contratado por el Municipio de San Juan, y comenzó a estudiar cada uno de los 943 árboles y palmas que se encontraban en sus aceras y parques, en un área aproximada de 112 cuerdas. Minuciosamente los clasificó y diagnosticó, recomendando la remoción de 34, que debían ser sustituidas por 68, de 12 especies diferentes, según la reglamentación vigente y por justicia natural. Las razones para la mitigación eran variadas. Algunos estaban enfermos, otros eran plagas y muchos atentaban contra la seguridad de transeúntes y propiedades. Rivera presentó este trabajo, que incluía la composición y condición de los árboles, a los residentes de la zona histórica. En la presentación también explicó cómo cuidar de los árboles, cómo podarlos, cómo identificar los problemas o enfermedades que puedan tener a tiempo, cuándo era necesario llamar al Municipio para pedir ayuda, cuándo era necesario removerlos y cuándo no. Creó un folleto, una base de datos que podía ser consultada en cualquier momento y dirigió dos recorridos para que cada persona pudiera identificar y conocer el estado de cada árbol.

Conocer la dedicación y amor que “Pijuan” Rivera tiene por los árboles y su modo de transmitir su conocimiento es revelador. La arquitecta Omayra Rivera Crespo (ORC) y la agrónoma y arquitecta paisajista Cynthia Burgos López (CBL) le hacen una entrevista.

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ORC y CBL: ¿Cuáles son las ventajas de tener árboles en la ciudad?

PJR: Los árboles brindan muchos servicios en el entorno urbano. Sirven como sombra y regulación de temperatura, ayudan a la infiltración de agua en el suelo y al control de erosión y de sedimentos. También sirven como alimento a la vida silvestre y como estructuras de anidaje para aves, cavidades para insectos, invertebrados, murciélagos y otros animales. El follaje sirve de amortiguador al ruido. Nos dan frutas, flores, aromas, especias, madera.

ORC y CBL: ¿Qué especies de árboles son los más adecuados para sembrar en la ciudad de San Juan?

PJR: Puerto Rico posee unas 700 especies de árboles nativos y otros 400 de exóticos y naturalizados. La selección del árbol es la acción principal. Hay que tomar en cuenta elementos como cables de electricidad y telecomunicaciones, tuberías de agua, sanitarias y de drenaje, estructuras, edificios, calles y otras construcciones, el zénit o paso del sol y efecto sombra, los vientos dominantes, escorrentías pluviales, suelos y todo elemento físico debe considerarse. También, la distancia a estructuras, el uso del terreno y zonificación y el agua disponible.

Por supuesto se debe tener conocimiento de la especie, su tamaño adulto, su fenología, el sistema de raíces, enfermedades potenciales, dureza de su madera, estructura (copa amplia, copa columnar, etc.), deciduo o siempre verde, frutas y flores y semillas.

Recomiendo especies nativas como maga (Thespesia grandiflora), moca (Andira inermis), péndula (Zebrina pendula), roble nativo (Tabebuia heterophylla), higuera (Crescentia cujete), guayacán (Guiacum officinale), palma real (Roystonea borinquena), palma manaca (Calyptronoma rivalis), malagueta (Pimenta racemosa), matabuey (Ottoschulzia rhodoxylon), cobana negra (Stahlia monosperma), guasábara (Eugenia dominguensis), úcar (Bucida buceras),  hoja menuda (Eugenia rhombea) , mangle botón (Conocarpus erectus), uva playera (Coccoloba uvifera), violeta (Polygala cowellii), samán (Samanea saman), laurel (Magnolia splendens), maría (Callophylum brasilence) y sauco (Tecoma stans) entre las más comunes.

CBL: Además de seleccionar el árbol es necesario tomar en cuenta sus especificaciones. Por ejemplo, si es necesario elegir un árbol para sombra, sabemos que debemos sembrar una especie de crecimiento de moderado a rápido. Si se han identificados problemas de erosión, se debe sembrar vegetación que nos ayude a manejar la erosión para evitar deslizamientos y las raíces deben ser fibrosas. Si hay contaminación en el suelo se debe estudiar que árboles trabajan como fitoremediadores (remoción de contaminantes en el suelo por parte de la vegetación).

ORC y CBL: ¿Cuáles especies no se deben sembrar en área urbanas?

PJR: No recomiendo especies exóticas ni invasivas como el Pterocarpus spp., Ficus spp., Caobas (Swietenia spp.), Almendra (Terminalia cattapa), Eucaliptos (Eucaliptus deglupta), Roble plateado (Tabebuia aurea), Pomarrosa (Syzygium jambos), Tulipán africano (Spathodea campanulata). Tampoco otras exóticas como Flamboyán (Delonix regia), Orquideana (Bauhinia monandra) y Reina de las flores (Lagerstroemia speciosa).

ORC y CBL: ¿Cómo se debe sembrar un árbol en la ciudad? ¿Qué aspectos se deben tomar en consideración? ¿Qué dimensiones puede tener un árbol (largo, ancho y profundidad) en diferentes contextos?

PJR: Es necesario conocer las especies, su tamaño de adulto, sistema a de raíces, tamaño y forma de copa, flores frutas semillas etc. Un árbol pequeño cuando adulto (15’-20’ de altura y copa de 3-5m dia.) es el sauco, la higuera y el guayacán. Un árbol mediano cuando adulto (20’- 35’ de altura y copa de 5-8m dia.) es el roble, la péndula y la malagueta. Un árbol grande cuando adulto (35’-60’ de altura y copa de 8-12m dia.) es el samán, el úcar y el ausubo (Manilkara bidentata).

El hoyo de siembra dependerá del envase y debe ser de dos a tres veces el ancho del tiesto y unas 18”- 22” profundidad. Se debe colocar tierra suelta en la base del hoyo y poner el pilón (masa de raíces) de manera que la base del tronco quede por encima de la superficie del suelo. Una vez asentado en el suelo bajará un poco. Es importante que la base del tronco no quede enterrada bajo el suelo.

CBL: Conocer la morfología de la especie cuando se convierta en un árbol adulto es primordial para poder visualizar cómo funcionaría el espacio con el árbol en varios años. Si se necesitan árboles en áreas donde pasa mucha gente o circulan vehículos, deben ser especies que sus ramas no interfieran con el paso o la visibilidad. También es importante entender el comportamiento del árbol a través de las diferentes épocas del año. Muchas quejas de los árboles que escucho es que botan hojas. Aunque las hojas son parte integral del árbol y no podemos pedir a un árbol que no bote hojas, existen especies siempreverde o perennifolias que son las que es su mayoría no pierden las hojas, contrario a los caducifolios que son las que pierden la totalidad de las hojas. Lo bueno es que las hojas una vez se recogen se pueden acomodar en una esquinita y con agua, sol e insectos vuelven al suelo añadiendo más materia orgánica al mismo, por lo que son prácticamente composta gratis.

ORC y CBL: ¿Cuál es la proximidad que deben tener a edificios existentes e infraestructura, pensando no solo en las raíces sino también en las ramas?

PJR: Las distancias de siembra dependerán de la infraestructura existente. Pero por regla general a no menos de 15’-20’ de distancia.

ORC y CBL: ¿En qué tipo de suelos deben sembrarse, tomando en cuenta que los suelos en condiciones urbanas son sumamente pobres en nutrientes y están altamente compactados? ¿Se debe enmendar ese suelo según los requisitos del árbol?

PJR: La condición del suelo es importante tanto para la nutrición del árbol, drenaje del suelo y agarre del sistema de raíces. Lo ideal es tener un suelo lómico arcilloso, de color oscuro y profundo.

El hoyo de siembra puede ser modificado con la aplicación de suelos más deseables. Un buen contenido de materia orgánica, composta. La fertilización puede ser suplementada con abonos granulados “slow release”, cal agrícola, quelatos, perlita, vermiculita u hasta musgo esfagnoso.

CBL: Los suelos en condiciones urbanas tienen una condición en común y es que están altamente compactados y degradados. Un primer paso sería remover parte de la primera capa del suelo, arar y luego añadir tierra fértil. Un suelo fértil usualmente es de color marrón oscuro, según ese color va aclarando (aunque no en todas las condiciones) va perdiendo fertilidad hasta llegar a colores grises claros que son característicos de los suelos urbanos altamente compactados, a no ser que sea un suelo de origen volcánico donde su color marrón es gracias a la alta cantidad de basalto. Ese color marrón oscuro se debe principalmente a la degradación de material orgánico necesario para la fertilidad del suelo. Científicos estudiosos del tema y la clasificación de los suelos han identificado un nuevo orden y son los edifisoles (2015, Charzynski, P.) o suelos formados de la degradación de las construcciones antropogénicas y que se ha descubierto que tienen un alto contenido de metales pesados. Esto es una razón más para enmendar la composición de los suelos urbanos a la hora de hacer nuevas siembras.

ORC y CBL: ¿Qué tipo de cuidados requiere un árbol en la ciudad?

PJR: El árbol requiere riego suplementario, fertilización, podas, manejo de plagas los primeros seis a doce meses. Una vez establecido se monitorea y se hace manejo adaptivo según lo requiera el individuo.

ORC y CBL: ¿Cómo se puede salvar un árbol enfermo o en malas condiciones?

PJR: Dependerá de la condición al momento. El monitoreo será importante para detectar con tiempo cualquier condición. La aplicación de fungicidas y plaguicidas es muy costosa y de difícil ejecución en árboles adultos.

ORC y CBL: ¿Cuándo los árboles se convierten en peligro para las personas? ¿Pueden caerse y causar un accidente porque estén podridos, con comején y/o en condiciones que hacen que se debiliten?

PJR: Cuando tienen cavidades, sistemas de raíces frágiles, exudados, hongos, hojas amarillas, deformaciones, insectos y bacterias pueden ser indicadores de pobre salud del árbol. Un análisis de riesgo determinará la acción a tomar.

El comején no hace daño a los árboles vivos, solo se alimenta de madera muerta.

ORC y CBL: ¿Qué debe hacer una persona en caso de identificar un árbol con esas características?

PJR: Llamar a un especialista certificado y/o contactar al DRNA o la oficina de asuntos ambientales del municipio.

ORC y CBL: ¿Cuándo es necesario cortar un árbol por la salud del árbol y/o por el bienestar y seguridad de los ciudadanos?

PJR: Un árbol debe ser cortado o removido cuando presente peligrosidad a la vida humana, a la propiedad, a la seguridad del prójimo o cuando exista algún conflicto de uso y se determine por una autoridad jurídica competente.

ORC y CBL: ¿Cómo se puede lograr que un árbol no cause daños a una estructura sin tener que cortarlo?

PJR: Se podrían aplicar podas de saneamiento, limpieza de copa, reducción de copa, levante de copa y hasta poda de raíces.

Reflexiones:

Las calles que conectan unos espacios de la ciudad con otros, las aceras por las que caminamos, las alcantarillas que recogen las aguas de lluvia, los edificios que albergan eventos cotidianos, los espacios públicos para reunirnos, los hogares que cobijan a nuestras familias, todos son elementos vitales que forman parte integral del funcionamiento de las ciudades. De la misma manera que estos elementos aportan a nuestro hábitat citadino, existe todo un organismo viviente que es el que se encarga de servir de escenario para que todos estos usos puedan sostenerse. Los suelos, las aguas –de lluvia, subterráneas, ríos, playas– el viento, la fauna y la flora son por otro lado infraestructura vital que forman parte de ese escenario, nuestro hábitat. Los árboles y la vegetación urbana funcionan como elementos de cohesión que permiten que estas relaciones simbióticas entre la infraestructura inerte y la viva se lleven a cabo con tanta fluidez. Al final del día somos nosotros, los habitantes de esos espacios, los que estamos en contacto directo y diario con la vegetación urbana, por lo tanto, el convertirnos en conocedores es la única manera en que podemos tomar acción para asegurarnos de salvaguardar su integridad y nuestro bienestar.

Referencias:

Wolf, K.L. 2016. Science in the City: Urban Trees, Forests, and People. Western Forester 61, 4: 4-7.

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