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Una organización aboga por educar más sobre tsunamis

programa Tsunami Ready

Debido a la cercanía entre las fallas geológicas y la costa, Puerto Rico figura entre las jurisdicciones en las que menos tiempo transcurre desde que se genera un tsunami y se reportan las primeras inundaciones.

Por ejemplo, el 11 de octubre de 1918, cuando ocurrió el último tsunami en la isla, el lapso entre el terremoto que lo causó y la llegada de la primera ola fue de apenas tres minutos, en el sector Punta Borinquen de Aguadilla. La altura máxima de este tsunami fue de 20 pies.

Ante esa realidad, y tras reconocer que ha habido “grandes avances” en tecnología y comunicación, la gerente del Programa de Alerta de Tsunamis del Caribe, Christa von Hillebrandt, indicó que “los esfuerzos deben concentrarse ahora” en la educación ciudadana.

“Un sistema de alerta efectivo abarca la detección rápida y temprana de un evento que puede desencadenar en un tsunami, al igual que la respuesta de la gente para salvar su vida”, dijo.

“La fuente más común de los tsunamis son los terremotos, y los desalojos se tienen que hacer en cuestión de minutos. Es muy poco el tiempo de respuesta, y por eso los sistemas de alerta tienen que estar sincronizados. Pero, algunas veces, lo que va a funcionar es la educación de la gente”, agregó.

Según la geóloga y vulcanóloga, la profundidad de las aguas alrededor de la isla contribuye a que los tsunamis “viajen extremadamente rápido” a la costa.

Entre 5 y 15 minutos

El Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico, con sede en Hawái, es el encargado de emitir los “productos” de tsunamis para todas las jurisdicciones estadounidenses, incluyendo Puerto Rico.

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