Una sequía anormal, aunque leve, que afecta el 14% de la isla, sirve para recordar que, aunque las variantes climáticas son inevitables, las medidas para mitigar su impacto están en nuestras manos.

Generar una cultura del agua en Puerto Rico, que reforeste, fomente el uso adecuado del líquido y preserve en buenas condiciones nuestros abastos, puede ayudar a reducir los estragos de este tipo de evento extremo.

De acuerdo con un informe del Monitor de Sequía de Estados Unidos, la falta de lluvia en el sur de la isla mantiene un periodo “anómalamente seco” en un área que comprende quince municipios. Este es el primero de una escala de cinco niveles de intensidad de sequía establecidos por el Monitor.

Informes del Servicio Nacional de Meteorología indican que desde principios de año hasta finales de mayo se ha acumulado un déficit de lluvia de entre 4 y 6 pulgadas. Los pronósticos señalan que el patrón seco continuará hasta agosto. La propia agencia ha emitido ya advertencias de la posibilidad de fuegos forestales en el sur debido porque a los pastos secos se suman vientos fuertes.

Hasta el viernes, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) no había reportado problemas en los embalses del sur.

También Hawái atraviesa una situación similar en estos días, con un 20% de su territorio en la misma categoría. Ese estado, sin embargo, cuenta desde el 2000 con un Plan de Sequía con el propósito de desarrollar mecanismos de respuesta coordinada a emergencias. El plan, que fue actualizado en 2005 y 2017, subraya los pasos necesarios para mitigar los efectos de estos eventos.

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